sábado, 11 de abril de 2009

Todos mis circuitos

Una tenue luz entra por la ventana a primera hora de la mañana; las cortinas se corren solas y una voz aterciopelaba despierta a Joe. Éste se levanta de la cama tras un sueño reparador y a su paso, camino hacia su balcón, los cristales de la ventana se abren al mismo tiempo que el desayuno se empieza a preparar. Se apoya en la barandilla y visualiza el mar, un mar en calma que le proporciona una relajante paz. Aprecia la costa de Sevilla, así como también aprecia el mar que se extiende hasta que su vista se alcanza.

Joe se dirige a la cocina y al entrar, como todos los días, se encuentra un desayuno equilibrado ya preparado; en la pared surge una pantalla donde aparecen las noticias de la mañana, el periódico y su correo electrónico. Se pone a leer “La República”, el diario digital más leído de España. Lee la portada, 13 de abril de 2083, y le llama la atención una noticia de que se han encontrado bacterias en Mercurio. Acaba de desayunar y sube las escaleras a su cuarto, donde se topa con Son, su robot personal. El androide se encuentra haciendo la cama, mientras le repasa lo que tiene que hacer a lo largo del día y le recuerda el día importante para su vida que es hoy. Hoy con 53 años está en la juventud de la vida; ha acabado su carrera (3 años antes de lo normal), es el número uno de su promoción, es licenciado un Nanotecnología Avanzada Aplicada a la Exploración Espacial y empieza su trabajo en el Instituto de Robótica de España (IRE), que tiene su sede en Sevilla.

Se detiene en el zaguán a recoger su brazalete inteligente y al salir se oye la voz de Son deseándole suerte. Camina y coge el tranvía que bordea la costa sevillana el cual le llevará al IRE. Durante el trayecto, observa el mar y piensa en el plan de recuperación de las ciudades sumergidas a causa del deshielo polar e, inevitablemente a su mente vienen los recuerdos de cómo en el 2050 tuvo que abandonar Barcelona cuando ya estaba siendo inundada por el mar. Por suerte, a día de hoy, se intenta volver a congelar los casquetes polares y recuperar los territorios sumergidos de la Tierra, plan que estará acabado en 2100.

Se baja del tranvía y vislumbra el imponente edificio del IRE, un rascacielos de 87 plantas recubierto con mármol blanco. Entra al vestíbulo donde le está esperando el director del centro que le acompaña al que será su nuevo laboratorio. En él, tendrá que investigar un proyecto para la Agencia Espacial Internacional que consiste en encontrar un nuevo material que resista las altas temperaturas solares, para una futura misión que intentará establecer una estación espacial a 30000 kilómetros del Sol. Al entrar a su laboratorio se encuentra a los que serán sus ayudantes, 3 robots con todos los conocimientos que posee el ser humano en la actualidad, ya que todos los robots están conectados con la Biblioteca Central Mundial de Bagdad.

Reflexiona sobre como han evolucionado los androides, cuando en 2014 se presentó el primero y en unas pocas décadas se han convertido en seres casi humanos. Hoy en día los robots se fabrican con materiales biológicos; lo único que tienen no natural son su “cerebro” que funciona y tiene las misma capacidades que la mente humana. Por lo demás son iguales que un ser humano y tiene los mismo derechos; comen, pueden engendrar un bebé humano mediante técnicas de fertilidad…. Sin embargo, sólo hay una ley especial que regula a los robots, no puede haber más de 150 millones, el 2% de la población terrestre.

Los meses pasan y su investigación ha dado frutos prometedores y espera que en un año ya haya dado con el material requerido y que se pueda producir en serie. Sin embargo, ha descubierto algo más importante que cualquier avance científico, ha descubierto un nuevo amor. Está totalmente enamorado de Emma, una de sus ayudantes robots. Atrás quedan las relaciones que había tenido anteriormente con Julia (su primera amor, amigos desde la infancia, a la que tuvo que abandonar cuando dejó Barcelona y a la que nunca volvió a ver tras perder el contacto con el tiempo al irse a vivir a la colonia lunar) y las relaciones que vendrían después con Alberto, María, Alejandro y un largo etcétera. Joe está decidido a casarse con Emma y está noche se lo pedirá.

Tras una romántica cena en París, Joe está decido a declarase y, tras los postres, le formula la decisiva pregunta a su novia todo nervioso y entusiasmado. Esos segundos que tarda Emma en contestar le parecen una eternidad, mas finalmente contesta. Pero no es la repuesta que Joe desea; Emma le ha dicho que hoy iba a romper con él ya que ella ya no lo ama, y tras decirle esta heladora respuesta Emma se va y le dice que no la verá nunca más porque se va a mudar a la colonia marciana, donde le han ofrecido un trabajo.

Joe, está desolado, no sabe que hacer. Piensa qué va a ser de su vida si ya no tiene sentido. Se dirige al primer bar que encuentra y se empieza a emborrachar; no le importan las consecuencias, su vida está acabada. Bebe un vaso tras otro de licor de marihuana. Sale del bar y camina por las orillas del río Sena. Se sube a una barandilla del río y se sienta. Sin embargo, como efecto secundario del licor ve a lo lejos a Emma. Sin pensarlo se avanza a abrazarla pero está tan borracho que no se da cuanta de que se ha caído al río y la corriente lo empieza a arrastrar.

Dos días más tarde Joe se despierta en un hospital de París. Allí los médicos le informan de que gracias al chip que todo el mundo lleva implantado para controlar su salud y sus constantes vitales, se pudo reaccionar con rapidez y salvarlo a tiempo. Le informa de que una aeroambulancia lo trajo y que lo tuvieron que reanimar y que al haber tragado mucha agua lo tuvieron que operar. Le han extirpado un pulmón pero le han implantado un clon igual que el anterior por lo que si todo va bien no tendrá de que preocuparse.

Sin embargo, Joe sigue totalmente apenado por su ruptura, piensa que no va a encontrar a nadie pero de repente le da una punzada el corazón. A lo lejos ha reconocido el fino rostro de Julia, con el mismo aspecto que cuando se separó de ella con 17 en Barcelona.

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Esto era un relato que tuve que hacer para la asignatura de filosofía el año pasado en un trabajo de "el futuro de la inteligencia humana", concretamente sobre una relación entre el hombre y las máquinas pensantes. Yo, directamente mezcle la ciencia ficción con la novela rosa y salió esto, que no me disgusta para nada. Al volverlo a leer, no puedo evitar sonreirme ante tal proyecto de telenovela que hice, que no me disgusta para nada jaja.

¿qué os parece?¿cómo pensaís que será el futuro de la inteligencia humana?

Besicos del futuro. Ander

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